25 febrero 2006

Ambientalistas se oponen a Celulosas en Uruguay


Para entender la verdadera dimensión del conflicto que enfrenta a estas dos ciudades Gualeguaychú (Arg) y Fray Bentos (Uru), unidas por un moderno puente y a estos dos países, es que me decidí a estudiar el problema y poder plantéarselos a todos ustedes.
En un día normal, miles de autos y camiones utilizan un puente para cruzar el río Uruguay y transitar la llamada ruta del Mercosur.
Pero estos días están lejos de ser normales. Lo único que se escucha en el puente es el sonido del viento. Hace varios días que por aquí no pasa nadie. Eso se debe al corte de ruta que vienen imponiendo los ambientalistas y ciudadanos de Gualeguaychú, en protesta contra la papeleras de capitales extranjeros que se están construyendo sobre la margen uruguaya del río Uruguay.
El conflicto ha derivado en un enfrentamiento político y diplomático que amenaza terminar en el Tribunal Internacional de La Haya.
Inversión millonaria:
"Es la inversión más grande en la historia de Uruguay. Una inversión directa, que entre las dos plantas, es de alrededor de US$1.800 millones", señaló Omar Lafluf, intendente del Departamento de Río Negro, con sede en Fray Bentos.
Del lado argentino creen que las plantas contaminarán el río Uruguay y perjudicarán las industrias de la zona.
"Tenemos pruebas fehacientes de que esto (las fábricas) nos va a perjudicar, fundamentalmente en tres cosas: en la salud, en nuestro desarrollo económico y en nuestro futuro en cuanto ciudad turística y agrícola", dijo Daniel Irigoyen, intendente de Gualeguaychú.
Omar Lafluf no dice que no habrá contaminación, pero aclara que "el impacto que va a haber, con la tecnología que se va a usar y con los controles que van a tener estas plantas, será absolutamente menor".
La tecnología:
Para producir celulosa apta para hacer un papel de color blanco, la pasta química debe ser blanqueada.
"Estas fábricas van a contaminar por varios motivos, pero el principal es por el uso del cloro en forma de dióxido de cloro en el proceso de blanqueo de la pasta celulósica", explicó Paula Brufman, coordinadora de la Campaña Contra la Contaminación en el Cono Sur, del grupo ambientalista Greenpeace.
Las compañías Botnia, finlandesa, y Ence, española, utilizarán una tecnología llamada Libre de Cloro Elemental, o ECF, que, si bien no utiliza gas cloro o cloro elemental, sí utiliza compuestos de cloro.
Una de las exigencias de Greenpeace es que las empresas utilicen la tecnología conocida como Totalmente Libre de Cloro, o TCF, que no utiliza compuestos de cloro.
"Esta fábrica no va a contaminar. Va a estar dentro de los parámetros más exigentes de la industria a nivel mundial", aseguró Bruno Vuan, uno de los voceros de la papelera finlandesa Botnia.
Según Vuan, "el consenso científico, expresado a través del Convenio de Estocolmo y a través de la normativa de la Comunidad Europea, dice que el impacto ambiental de las plantas ECF y TCF es equivalente".
Los gobiernos:
A nivel de los gobiernos nacionales, las discrepancias son tan fuertes como entre las empresas y los grupos ambientalistas.
Una comisión binacional se reunió durante 180 días para evaluar el impacto ambiental de las papeleras y, luego de varias idas y vueltas, concluyó era imposible elaborar un informe conjunto.
Argentina quiere que se suspenda la construcción de las fábricas hasta tanto no se realice un estudio imparcial e independiente sobre el impacto ambiental de las mismas.
Uruguay insiste que los estudios realizados indican que el medio ambiente no corre peligro, y se queja de los cortes de ruta del lado argentino.
Todo parece indicar, al menos por ahora, que el tema terminará en manos del Tribunal Internacional de La Haya.
Mientras tanto, la construcción de las fábricas sigue en marcha, y en el puente que une Gualeguaychú con Fray Bentos, sólo se escucha el ruido del viento.

09 febrero 2006

Tratado de Cooperación Amazónica


Autoridades de Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú, Surinam y Venezuela celebraron hoy el 25 aniversario del Tratado de Cooperación Amazónica, revitalizado ahora en su papel de defensor del mayor pulmón vegetal del planeta. El convenio, que entró en vigor en 1980 y languideció durante dos décadas, ha cobrado un nuevo impulso desde el año 2002, cuando fue creada la Secretaría Permanente de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), con sede en Brasilia. Aún en sus primeros pasos, la OTCA se ha constituido en un nuevo elemento integrador suramericano pero, a diferencia de los otros que existen, cuenta con fines muy específicos y centrados en la defensa y el desarrollo sustentable de una región clave para la ecología del planeta. En los casi siete millones de kilómetros cuadrados que abarca la exuberante Amazonas se encuentran bajo amenaza de extinción 30 millones de especies animales y vegetales, 60.000 plantas superiores, 2,5 millones de insectos y 2.000 especies de peces. También atesora este amplio territorio cerca del ocho por ciento de las reservas de agua dulce del planeta, igualmente bajo amenaza, además de la cultura y milenarios secretos medicinales de cientos de tribus indígenas. Salvar de la catástrofe a tal biodiversidad depende de la voluntad política y de un esfuerzo "que comenzó con la firma del Tratado de Cooperación Amazónica y ha comenzado a cuajar, 25 años después, como resultado de un proceso de creciente compromiso de los ocho países". La reunión de ministros de Relaciones Exteriores celebrada hace un año en la ciudad brasileña de Manaos "fue un hito en la defensa de la Amazonía", pues "institucionalizó definitivamente" la importancia de la región. Otro hito ha sido la inclusión de la OTCA entre los organismos que forman parte del proceso de construcción de la Comunidad Suramericana de Naciones, lanzado en diciembre pasado durante la cumbre celebrada en la ciudad peruana de Cuzco. La OTCA ha sido por fin reconocida como un organismo integrador a la altura del Mercosur, la Comunidad Andina o la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). La institucionalización le ha permitido a la OTCA avanzar a paso firme en planes de cooperación con Estados Unidos, Europa y con organismos multilaterales, como por ejemplo un acuerdo firmado en julio pasado con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que ha donado 1,9 millones de dólares para estudios sobre la biodiversidad amazónica y su potencial uso medicinal o alimenticio, en el marco de iniciativas para combatir la pobreza en la región. La OTCA desarrolla un plan a ocho años presentado en 2004, con un abanico que incluye desde uso sustentable de recursos naturales hasta transferencia tecnológica y la atención de los males sociales de la región como la pobreza. En lo estrictamente ambiental, el 25 aniversario del Tratado de Cooperación Amazónica ha coincidido con una fuerte reducción de los índices de deforestación en el territorio que corresponde a Brasil. El pasado viernes, el Gobierno brasileño anunció que en los once últimos meses las tasas de deforestación se redujeron en un 50 por ciento, aunque en ese mismo período desaparecieron 9.106 kilómetros cuadrados de selvas. El aniversario de la entrada en vigor del tratado amazónico fue celebrado hoy con varios actos, a los que asistieron autoridades diplomáticas de los ocho países involucrados y el ex canciller peruano José de la Puente Rabdill, quien suscribió el documento en nombre de su país en 1978.